Para
conocer los orígenes de nuestra tierra es conveniente trasladarse a otros tiempos,
unos mil años hace, cuando estas tierras iban definiéndose en su situación
política y social, incluso religiosa y económica. Es entonces cuando surgen documentos que nos van dejando nombres de ciudades, regiones, ríos y montañas
que a su vez van configurando una geografía en la que hombres libres se
organizaban para permanecer sin miedos a futuras invasiones. Los reyes conceden
fueros y derechos; los caballeros obtenían jurisdicción para convertirse en
señores dispuestos a la guerra.
En
1092 aparece un documento que nos interesa. En el Fuero que Alfonso VI concede
a la Ciudad de Miranda se habla de que «sea este lugar el puente entre Álava y
Logroño, Nájera, Oca y Rioja ya que es el único puente por aquella
parte». Nos interesa que aparece el nombre de la Rioja en castellano
antiguo que aún no ha definido su ortografía, por lo que unas veces escriben riogga,
otra riu doca, otra rioga, etc. ¿Dónde se encuentra esta región? Porque
es claro que no habla de río ni de ciudad. Pero antes tenemos que contar cómo
muchos de estos documentos no están escritos en castellano. La mayor parte de
ellos, fueros, donaciones, contratos, testamentos… se escriben en latín. Las
dos lenguas conviven pacíficamente, aunque el latín se conserva más en los
documentos oficiales, mientras que el castellano es «ya roman paladino, en qual
suele el pueblo fablar a su vecino».
La
gente del pueblo intenta poner en latín, una palabra que designa a una región,
pero olvidan de dónde proviene: bien pudo proceder de la lengua de los berones,
o pelendones, o vascones o cuantos pueblos iberos pasaron por estas tierras. O
de los romanos. La toman, pues, en sus manos y hacen lo mismo que el pueblo
hoy: ¿Rioja? ¡Pues, claro, de río Oja! Y lo ponen en latín, unas
veces como rivus otras como flumen (‘río’); y la segunda parte,
casi la transcriben (ogga, oja), no lo traducen a sus posibles sonidos
castellanos (hoja u ojo). Cuando, pues, encontramos escrita en latín
la expresión rivus-de-ogga o similares, no puede traducirse a castellano
como río Oja, sino, como lo que entonces se entendía, una región llamada
Rioja.
¿Por qué
no podría llamarse río, si por allá baja un río que llamamos Oja? Pues porque
¡oh milagro de la historia! nunca y por ningún habitante de sus riberas ni en
documentación antigua, que no sea extraña a la tierra, se le ha llamado Oja.
Siempre ha sido la Ilera, Illera o Glera. Resulta
sorprendente cómo cambios de las cuatro últimas décadas (después de mil años en contrario) a
un cauce de río la mayor parte del año seco y cascajoso se le puede ‘imponer’ por
desidia un nombre que no le corresponde.
O por la simple
razón de encontrar un significado a una palabra querida como es Rioja. Nos
bastará leer con detenimiento dos documentos para entenderlo con toda claridad.
Una es la confesión de un investigador que escribió sobre estos mismos temas: «A
partir de esa aldea (Posadas) se da ya al río el nombre de ilera con el
que se le conocerá por cuantos viven en sus orillas hasta el final, nombre que
por cierto coincide con el de una finca en Villalobar de Rioja llamada Ilerilla.
El tal vocablo vulgar es sinónimo de Glera, que nuestro diccionario
traduce por ‘cascaja’, y que está bien aplicado por cierto...El río se ensancha
ya desde Azárrulla y sobre todo desde la aldea de Zaldierna y su lecho
cascajoso deja sus blancos guijarros a la vista y así seguirá a su paso por
Ezcaray, Ojacastro y Santo Domingo (…)»
El otro documento
es antiguo. Pero deja claramente que no existe un río Oja, ya que hablando de
ese caudal, de los diferentes ríos (en el sentido de canales, acequias,
canalejas, etc) que recogen o echan en él sus aguas, no lo llaman nunca así.
Los concejos de Santo Domingo de la Calzada y Santurde firman una carta de
concordia sobre uso de pastos y montes). En la misma carta de concordia entre
Santurde del Valle de Ezcaray y Santo Domingo se habla expresamente de La
Glera en repetidas veces. Se describen los términos y límites que componen este
valle y siempre se le llama La Glera. Por ninguna parte aparece nada
parecido a río Oja. En este documento por tres veces se le apellida a Santurde,
«del Valle de Ezcaray». Más aún, se trata de una concesión de aguas a los de
Santo Domingo que han de recoger en términos de
Santurde u Ojacastro, lugares donde el agua surge más tiempo y segura, y nunca
se las llama a esas aguas ni río ni Oja, sino Madre, de donde se toma el
agua ¿Dónde está el ‘río Oja’ pues? Nunca a este valle se le llama el Valle del
Oja, sino de Ezcaray en unas ocasiones y en otras, más antiguas, de Ojacastro.
¿Qué significa
esta palabra Rioja que aparece de tan antiguo, define una región y se
sitúa en lugar que ahora, en su mayor parte no corresponde a lo que hoy
conocemos como tal? Por caminos distintos hemos confluido en dar el mismo
resultado el Prof. Claudio García Turza y el que esto escribe. Los últimos
pasos que a mí me faltaban me los indicó él mismo; mi hipótesis de trabajo le
sugirió la clave de su incógnita. En el Códice 51 de San Milán de la Cogolla, Turza
encontraba una palabra que le resultaba enigmática rialia, junto a otra
más clara auca. Auca define la región y montes de Oca. Por
mi parte yo, por intuición, iba relacionando la palabra rioja con otras
muchas de semejante estructura: palabras terminadas en -oja, -aja –lla
(muralla, baraja, gavilla…) que provienen de plural femenino neutro
latino (terminadas por tanto en -a) y que mantienen su significado plural
con terminación femenina singular en castellano (por ejemplo, muralla son
los ‘muros’ de la fortaleza; gavilla es un conjunto de ramas, palos o
sarmientos…).
Retornando a Rioja,
concreté que su significado estaba efectivamente relacionado con el ‘río’ pero
no se trata de una doble palabra sino que se refiere al ‘colectivo de
riachuelos, canalejas o regachos’ que en conjunto serían algo semejante a rivalia.
Por evolución sencilla, esa palabra se convirtió enseguida en la rialia
que encuentra el Prof. García Turza y que él interpreta justamente como la
región junto a Oca, que sería nuestra Rioja. De ahí a tomar la forma
de Rioja, un paso… y un par de siglos.
Texto extraído del documento ¨La Rioja donde se encontraba y que significa¨.
Revista de cultura popular y tradiciones de la Rioja: BELEZOS, nº 10.
Revista de cultura popular y tradiciones de la Rioja: BELEZOS, nº 10.
Autor del texto: Tomás Ramírez Pascual, Fotos: Oscar Solorzano.
Documento íntegro:
no se te ocurrio nunca que rioja viene del euskera.... errioxa... herri osoa.... traducido tierra de mucho... tierra fertil?????
ResponderEliminarSoy un ceresiano que muchas veces me enfado con los riojanos que vivis en la Comunidad Autonoma porque parece que olvidais esta comarca riojana que ocupa Castilla como es la RIojilla. Os recuerdo que somos igual de riojanos que los de Calahorra o Haro. TODOS SOMOS RIOJANOS.
ResponderEliminara Imanol. Se trata de la primera parte, en las siguientes entradas sobre los orígenes de la Rioja se hablará sobre la posible procendencia euskérica. Saludos.
ResponderEliminarCada vez es más evidente, que para poder entender las tooponimía de un lugar, hay que recurrir al euskera y Errioxa o rioja, tiene su logica si reconocemos que estas tierras estuvieron siempre pobladas por euskaros y su traducción politica fue el ducado de Vasconia y más tarde el Reino de Pamplona- Najera y Reino de Nabarra.
ResponderEliminarEsto es lo que une y dá la logica de porque los riojanos siempre e incluso ahora, miran y viven hacia euskadi o Navarra, que es su propia tierra, puesto que todos fuimos navarros, hasta la llegada de los castellanos, aragones y franceses.