Uno de los episodios de la
historia riojana aconteció en la noche del 8 de agosto de 1883 bajo el reinado
de Alfonso XII y presidiendo el Consejo de Ministros el riojano Práxedes Mateo
Sagasta. El Regimiento de Lanceros de Numancia, número 11 del Arma de
Caballería, con varias de sus unidades acantonadas en Santo Domingo de la
Calzada (La Rioja), toma parte en la sublevación militar de tendencias
republicanas radicales, promovida por la Asociación Republicana Militar (ARM)
que dirigía Manuel Ruiz Zorrilla, pronunciamiento que también secundan otras
unidades militares en Badajoz y en la Seo de Urgel (Cataluña). La sublevación
fracasa y es en Santo Domingo de la Calzada en la única de las tres ciudade en
las que termina trágicamente.
El teniente Juan José
Cebrián Piqueras, que se presenta para dirigir al Numancia, muere en la acción
y, tras Consejo de Guerra sumarísimo, son fusilados cuatro de los sargentos de
la guarnición.
Uno de los republicanos
zorrillistas, pieza fundamental en el levantamiento del Regimiento Numancia,
fue Juan Manuel Zapatero Castillo. Había nacido en Cervera de Río Alhama el 21
de octubre de 1849. Estudió Comercio y con catorce años ya organizará un plan
contra la monarquía. En el Sexenio Democrático formará parte del Comité
Republicano de su localidad. En 1870 participó en la Guerra franco-prusiana
formando parte de la Legión Garibaldina. El 27 de noviembre de 1872, con 400
hombres armados, proclamará la República en su localidad de nacimiento, siendo
procesado por ello. En la Primera República fue jefe de los republicanos
riojanos. Se pasó al zorrillismo y participó en Barcelona en la preparación de
la sublevación. Tras ésta, sería condenado a cadena perpetua, por lo que se
exilió en Francia. Volvió a España para continuar su militancia republicana y
revolucionaria. Murió el 27 de marzo de 1925 en su localidad de nacimiento.
Tras la autorización de
Zaragoza el teniente Cebrián, oficial del Regimiento de Reserva de Caballería
nº 24 de Logroño, salía en dirección a Santo Domingo de la Calzada el día 7 de
agosto a las dos de la tarde. Su intención era liderar el levantamiento del
Regimiento de Caballería de Numancia de Santo Domingo de la Calzada que conocía
por haber pertenecido a él. Llegó a las nueve de la noche. Zapatero se dirigía
también a la misma ciudad pero vía Haro.
Siguiendo con la crónica del
hijo de Zapatero, Cebrián se reunió hasta dos veces con los oficiales, lo que
confirma la participación activa de éstos. Los sargentos, que se encontraban en
el cuartel, fueron también informados de los planes. La orden de Cebrián era
que debían esperar hasta que se levantase Logroño.
Sin embargo la impaciencia
pudo con ellos y Cebrián y Zapatero acordaron iniciar el levantamiento en la
madrugada del ya día 8. Mientras eso se producía Zapatero y Francisco de Paula
Marín subirían a Ezcaray para acordar con el teniente coronel Llorens los
detalles de su alzamiento. La primera orden era que debían esperar a la
sublevación calceatense. Zapatero, antes de dirigirse a Ezcaray le diría a
Cebrián: «Hay que volver a requerir a los demás oficiales con verdadero
interés; más que por la ayuda material, por la moral; porque ellos en gran
número, dan al soldado una mayor confianza». Nuevo ejemplo de la participación
de aquellos.
Zapatero y Marín llegaron a
las dos y media de la madrugada del ya día 8 a Ezcaray. Llorens no levantó el
acuartelamiento en espera del correo de Santo Domingo, correo que nunca llegó.
Según el hijo de Zapatero, Marín mandó a un emisario para que le informara de
lo que había sucedido en Santo Domingo y le indicó que ya se había producido el
levantamiento. Llorens tomaría entonces la decisión de dirigirse por una vereda
a Torrecilla para unirse a Cebrián. Salieron haciendo ver que iban en
persecución del Numancia pero en Santo Domingo de la Calzada fueron
interceptados por las tropas de Haro. Zapatero y Marín, viendo el fracaso,
huirían a Francia.
A las dos y media de la madrugada el teniente Juan José Cebrián Piqueras había levantado al Regimiento de Caballería de Numancia acantonado en el ex convento de San Francisco de la ciudad calceatense.
El maestro de trompetas,
tres sargentos primeros y nueve sargentos segundos «sobornaron» a 224
hombres, entre cabos y soldados. Cebrián se había presentado en el
acuartelamiento haciéndose pasar por coronel. No hubo resistencia,
desconociendo los soldados el porqué y a dónde se dirigían.
El oficial al mando del
regimiento era el coronel Ramón Rubalcaba Juárez de Negrón. Salió dos horas
después en persecución del Numancia acompañado por otros hombres.
Por otra parte en Haro se
movilizó el Regimiento Bailén. En Logroño lo hicieron los Regimientos Príncipe
y Almansa, a las órdenes del Brigadier Martí y el Coronel Almansa, que en
principio tenían que haber tomado parte de la sublevación. Finalmente y a
última hora habían desistido.
El alcalde de la ciudad
calceatense enviaba unas horas después al gobernador civil, que a su vez se lo
hacía llegar al ministro de la Gobernación, un telegrama informando del
levantamiento. Cebrián había salido en dirección a Torrecilla en Cameros, o sea
hacia el este. La primera localidad que pisó fue Cirueña.
Tras una legua y media
recorrida por los perseguidores, comenzaron a encontrarse elementos rezagados
debido al intenso ritmo de la marcha. El Diario de las operaciones
del Numancia, publicado por San Baldomero y Olmos, señala que, perdida la
pista, volvieron a encontrarla gracias al sargento Agustín Bendito, siguiendo
hacia Cordovín, Badarán, Baños de Río Tobía, Bobadilla y finalmente Pedroso.
Pedroso |
La prensa informa de que a
las ocho de la mañana había llegado a Pedroso el regimiento sublevado, y que
habían parado para reponer herraduras a la caballería que venía descalza por el
intenso ritmo. De ahí partirían para Torrecilla en Cameros por el Serradero. La
crónica de Zapatero señala que «Al cruzar sin parar la calle estrecha y larga
de Pedroso, los vecinos despertados a los gritos de ¡Viva la República! echaban
a los soldados bacalao, pan, botellas de vino. Se sumaban a su modo al
corazón». Ningún periódico habla de ello.
A una legua y media de
Pedroso, en dirección a Torrecilla en Cameros, los perseguidores alcanzaron la
retaguardia de los sublevados. Setenta soldados se unieron al grupo de O´Mulryan.
Los sublevados lanzaron algunos disparos, no así los perseguidores, pero que no
alcanzaron a nadie «seguramente también a que la tropa hacía fuego de una
manera completamente forzada». O´Mulryan, viendo lo estrecho del paso hacia el
Serradero, punto de fácil ataque, y lo agotados que se encontraban los
caballos, decidió volver sobre Pedroso para herrar a los animales y darles
pienso. Allí permanecieron unas tres horas. Desde allí enviaría Rubalcaba a un
hombre para observar la situación de Torrecilla, el cual informó que las cuatro
torres y la puerta de la localidad estaban tomadas.
Las crónicas periodísticas
dicen que, apenas quince o veinte minutos después de la salida de Pedroso de
los sublevados habían llegado a la localidad el coronel Rubalcaba y sus
oficiales.
A Torrecilla llegaron los
sublevados a las nueve de la mañana pero no encontraron a nadie. Cebrián tomó
la decisión de esperar a los regimientos supuestamente levantados colocando
vigilancia en las torres de la población.
Después de unas horas de
espera, sobre las seis y media de la tarde, se acercaban ya a los
perseguidores, a los que se habían sumado cerca de un centenar de rezagados.
Ante esta nueva situación Cebrián tomó la decisión de proseguir su camino hacia
Tarazona por tierras de Soria. Parece que finalmente le habían informado además
de que el coronel Cortijo con el Regimiento de Lusitania y otro de infantería
subían desde Logroño en su busca. Zapatero habla de que hubo un amago de
abandono por parte de Cebrián, pero que finalmente decidió proseguir.
El Diario del
regimiento indica que a las seis y media de la tarde llegaban finalmente los
perseguidores a Torrecilla, y que apercibidos los sublevados, salieron precipitadamente
camino de Soria unos sesenta hombres «entregándose otros tantos a la fuerza
leal».
Junta de los Ríos - Villoslada de Cameros |
Pasada la localidad de Villanueva
de Cameros y en dirección a Villoslada, en el lugar conocido como «Junta de los
Ríos», uno de los soldados que aún continuaba con Cebrián, Pedro Ramírez
Lázaro, «El Pinche», natural de Albelda de Iregua, quizás ya desanimado,
disparará su carabina por la espalda contra Cebrián matándole. Eran las nueve
de la noche. Rubalcaba le entregó 25 pesetas ese mismo día y el general Genaro
Quesada, jefe del Ejército del Norte, le daría posteriormente 1.000 más. El rey
le concederá además una pensión vitalicia. Tiempo después moriría de tres
puñaladas tabernarias.
El resto de soldados apresó
a los cuatro sargentos. El Correo informaba de que la muerte se
produjo sobre las diez de la noche. Tadeo Salvador, gobernador civil, en su
comunicado oficial señalaba que serían las nueve de la noche.
En Villanueva de Cameros
sería enterrado Cebrián, siendo retenidos en una habitación del mesón los
sargentos Gómez, Cano, Guerrero y Alonso. En el registro civil de dicha
localidad se conserva su acta de defunción, y en el libro de difuntos de la
parroquia se informa de su entierro en el cementerio local. A las ocho de la
mañana del día siguiente volvían hacia Santo Domingo de la Calzada. El día 12 a
las 7 de la mañana se celebraba en Santo Domingo de la Calzada un juicio
sumario verbal. Fueron condenados a muerte cuatro de los sargentos sublevados,
los que se mantuvieron hasta el final con Cebrián.
En la actualidad y desde el
año 2006, dos calceatenses, Enrique Ibáñez y Juan José Díez, simpatizantes de
la causa republicana y aficionados al senderismo, llevan a cabo una marcha
conmemorativa de dicho acontecimiento a la cual se ha ido sumando muchas
personas a lo largo de estos años. La ruta parte de Santo Domingo de la Calzada
y pasa por Cirueña, Canillas de Riotuerto, Cordovín, Badarán, Baños de Río
Tobía, Bobadilla, Pedroso hasta llegar a Torrecilla en Cameros donde tiene lugar un
recibimiento de los caminantes y una comida popular.
Sobre este acontecimiento
también se han escrito diversos libros, uno de ellos “La sublevación de Santo
Domingo de la Calzada de 1883” por Francisco Javier Díez Morrás del cual he extraído gran parte de este artículo y que narra con mayor profundidad lo acontecido en torno a este suceso. La Revista
Piedra del Rayo también le ha dedicado artículos.
Javier Martínez Foncea
Texto Integro: La Sublevación Republicana de Santo Domingo de la Clazada 1883. Francisco Díez Morrás. Instituto de Estudios Riojanos.
BIBLIOGRAFÍA:
Apuntes sobre la Sargentada. Agustín García Metola.
La Sargentada. La Barranca.
http://labarranca.org/content/la-sargentada-saldr%C3%A1-de-santo-domingo-la-madrugada-del-d%C3%AD-12
Los ecos de la Sargentada. El Correo.
La Sargentada 2012. Periódico La Rioja.
Revista Piedra del Rayo.
FOTOGRAFÍAS:
1 Portada del libro: La sublevación de Santo Domingo de la Calzada. 1833
2 Pedroso. Carlos Sieiro del Nido. Panoramio.
3 Junta de los Ríos. Villoslada de Cameros. José Ramón Francia Silva. Panoramio.
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