A diez años del segundo centenario, tal día como un
30 de enero de 1822 el rey Fernando VII firmaba y sancionaba el Real Decreto de
misma fecha, aprobado por las Cortes el 15 de octubre de 1821, por el cual se constituía
y daba origen por primera vez y de forma oficial a nuestro territorio de Rioja.
Territorio de Rioja, porque la
descripción de dicho decreto mencionaba a nuestra tierra como ¨provincia de
Logroño¨, mismo proceder en la definición, se utilizó con el resto de
provincias de la España de entonces, en total 52, nombrándolas por el nombre de
sus respectivas capitales.
Pero para nuestra tierra no fue tan curioso el
nombre, si no la descripción de nuestro territorio, una extensión basada en todos
los informes y dictámenes de 1821, entre los más famosos el de Felipe Bauzá, los
cuales introducían en Rioja (y decimos Rioja porque era tal y como la nombraban),
la tierra de la Sonsierra, los pueblos del Tirón con Belorado y la Riojilla,
los pueblos del alto Cidacos, Alhama, Linares y Queiles, y además y de forma
expresa se incluía Viana. Es decir, un total aproximado de 430 poblaciones con cerca
de 172.000 habitantes según las estimaciones de esos informes.
Pero, ¿Por qué no existe La Rioja tal y como se
describió en ese Real Decreto?
La respuesta expresa la encontramos en otro Real
Decreto de octubre de 1823 firmado por el mismo Fernando VII y que significaba
la supresión de la nueva provincia riojana y el retorno a las antiguas provincias
de Burgos, Soria, Álava, Navarra y Aragón de todos los pueblos de esa Rioja de
1822.
Y la respuesta implícita la podemos encontrar en la
figura de Don Francisco Javier de Burgos, primer Ministro de Fomento en 1833, y
autor del Real Decreto por el cual se restableció La Rioja con los límites que
hoy conocemos. No fue tanto su propia voluntad, aunque fácil de asustar era el
hombre, si no la presión interesada de Álava y Navarra a que la partición en
provincias se basase en la antigua división en reinos de España y no por
naturalidad geográfica.
Y aunque esos límites de 1822 fueron restituidos
momentáneamente en 1836, las “tretas forales” de Álava y Navarra impidieron, llegando
incluso a utilizar la desobediencia civil, que la Rioja pudiera hacer
jurisdicción en su territorio natural establecido en el primer decreto.
Lejos de afán expansionista, de haberse mantenido
tales límites, probablemente nos hubiéramos quitado hoy en día muchos de los
problemas “fronterizos” que nos atañen. Que cierto es, que “de aquellos polvos
estos lodos” y que verdad que “hoy igual que ayer”, fuero contra ley gana fuero
y territorio foral contra normal, gana foral.
La injusticia continua, nuestra reivindicación, también.
David Antón Elías
Importante recordar los territorios que forman la Rioja histórica. Buen artículo sí señor.
ResponderEliminaral final la culpa, de los vascos.... habría que cambiar de disco, el nazionalismo español huele a caspa...
ResponderEliminarViva La Rioja unida.Gora errioxa batua
ResponderEliminar¡Cómo se os olvida que antes érais parte de Soria y Burgos! jajaja, en lugar de admitir que sois castellanos os inventáis insulas baratarias unido a complejos de "Quiero y no puedo" por ser como los vascos.
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